¡Despierta!
¡Despierta de una puta vez! ¿Es que no
lo oyes? Una especie de crujido. No, más bien un
aullido. O como si se abriera o cerrara una puerta con las bisagras oxidadas. Eso
es lo que me parece oír. Medio en sueños. Te
dije que se oía algo. Viene del lavabo. Sí, sí, seguro. ¿Lo oyes o no? Sí,
es cierto, lo oigo claramente. Me vence el sueño y me vuelvo a dormir.
Hace poco más de dos semanas que nos hemos mudado.
Escuchamos ruidos extraños. Por la noche, nunca por el día. Nunca coinciden en
la misma habitación en la que estamos. Como gruñidos. Solemos bromear acerca de
que el piso está poseído. Que habita en él un fantasma. La antigua inquilina,
una anciana que había muerto de vieja, eso dicen los vecinos, más cerca de los
cien que de los noventa, hace sólo unos meses.
Al día siguiente no parezco ser la persona más popular por
aquí. Me dijiste que te despertara si
volvía a oír ruidos extraños. Te volviste a dormir. Tenía miedo. Estaba cagada
de miedo. Tiene razón. Lo cierto es que medio dormido los ruidos me
parecieron razonables. O soportables. Simplemente, no molestaban. No parece que
esto la convenza. No, no molestan. Pero
dime, ¿quién hace esos ruidos?
Luego está la gata. Se comporta de un modo extraño. Por la
noche sube a la cama y empieza a maullar. No se queja porque le falta comida.
Lo hace como si pidiera ayuda, atención. Como si tuviera miedo. Nunca antes lo
había hecho. Es su espíritu, se ha
adueñado de su cuerpo. Es esa vieja, que habita en ella. Mírala cómo maúlla.
No puedo negarlo. No es la de siempre.
Las dos de la madrugada. Despiertos, en la cama, abrazados.
De momento, ningún ruido. Hemos convenido que ninguno de los dos puede
dormirse. Estaremos así hasta que oigamos ruidos. El ruido. ¿Y entonces qué? De eso no hemos hablado. La gata
permanece sentada, a los pies de la cama. Nos mira fijamente, en silencio.
Así como una
bisagra oxidada, como una puerta que se abre… ¿Sabes lo que te digo? Sí, así
como… No acaba la frase. Parece que se ha
dormido. De repente vuelve a hablar. A emitir sonidos extraños. Está soñando,
sin duda. Un escalofrío recorre mi espina dorsal. Un extraño ruido, como el de
una puerta abriéndose, con bisagras oxidadas, sale de su boca.
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