Se levanta de la cama y se dirige
al lavabo. Aún medio dormido, se mira al espejo. Por la cabeza le ronda cuándo
le empezará a salir la barba. Y cuándo dejará de tener esa cara de crío. Después
de treinta años casado. Con dos nietos. A punto de jubilarse. Y en la edad del
pavo. Hay que joderse.
Sí, ahí está, mirándose al
espejo. Con esa cara de niño.
Es lo que tiene cumplir años cada
cuatro años.